Elena Vitrichenko tuvo que pelear mucho y durante muchos años para ocupar el lugar que merecía. Y muchos dicen que nunca lo llegó a conseguir. En 1992 llegaba a la rítmica de élite precedida de Timochenko y Skaldina. Así llegaría a su primeros Juegos Olímpicos en Atlanta’96, en los que, además de enfrentarse a la rusa Batyrthina, también tuvo que competir contra su compatriota Serebrianskaya. Y de echo fue esta última quien finalmente se llevó el oro olímpico. Plata para la rusa y bronce para Vitrichenko.
Es una de las gimnastas queridas en nuestro país. Fue entrenada por su madre Nina Vitrichenko, la que nos enseñó a través de su hija lo que era la vieja escuela soviética. Elena representaba la elegancia personificada, su forma de hacer gimnasia levantaba pabellones y plasmaba una máxima plasticidad en sus ejercicos. Cuando pisaba el tapiz la afición española se volcaba en ella.
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